Según Arnold obtenemos dos dimensiones sobre movimiento, una
de ellas es la educación sobre movimiento, que se dan aspectos como la
fisiología, la kinesiología, anatomía… Pero nos centraremos en la segunda
dimensión, la educación en movimiento, la cual consiste en aprender movimientos
muy concretos y que serán tanto en un futuro cercano como muy lejano, muy
valiosos siguiendo la premisa de que cuanto antes se adquiere algo, en mayor
medida se perfecciona.
La educación en el movimiento es más especial, las cosas que
se aprenden mediante este tipo es aquel conocimiento práctico o lo que es lo
mismo, su sentido fuerte. Para entenderlo de una manera más simple, el
equivalente nuestro a, por ejemplo, hacer pan serían las mejoras de las
capacidades físicas más básicas.
Para este tipo de aprendizaje hemos de tener en cuenta el
razonamiento moral, sabiendo y siendo conscientes de lo que es bueno y lo que
es malo. Arnold defiende la necesidad de la existencia de docentes que enseñen
algún campo intrínsecamente valioso, pero el problema es que la gran mayoría de
los alumnos sienten como no han aprendido nada intrínsecamente valioso. Una
explicación más práctica es el de aquel niño que está aprendiendo a jugar a
juegos de invasión ¿Cómo podría haber llegado a entender lo que es una ataque? ¿Porqué
quizás se lo haya preguntado a su madre y ésta le haya explicado el concepto
técnico? La respuesta es no, el jugador sabe lo que es una ataque porque ha vivido
su experiencia, y con ella la de poder realizar un contraataque.
Así mismo, no es bueno el panadero que simplemente sabe
hacer pan, sino el buen panadero es aquel que sabe decir el porqué se hace así,
porqué tiene que estar tanto tiempo al horno o porque hay que ponerle solo
cierta cantidad de agua. Lo que tenemos que intentar es que cuando educadores,
debemos tener el ímpetu de enseñar cosas intrínsecamente valiosas, y una forma
de saber si se ha aprendido es sabiéndolo explicar.
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