jueves, 28 de noviembre de 2013

Las dimensiones de movimiento según Arnold

Según Arnold obtenemos dos dimensiones sobre movimiento, una de ellas es la educación sobre movimiento, que se dan aspectos como la fisiología, la kinesiología, anatomía… Pero nos centraremos en la segunda dimensión, la educación en movimiento, la cual consiste en aprender movimientos muy concretos y que serán tanto en un futuro cercano como muy lejano, muy valiosos siguiendo la premisa de que cuanto antes se adquiere algo, en mayor medida se perfecciona.

La educación en el movimiento es más especial, las cosas que se aprenden mediante este tipo es aquel conocimiento práctico o lo que es lo mismo, su sentido fuerte. Para entenderlo de una manera más simple, el equivalente nuestro a, por ejemplo, hacer pan serían las mejoras de las capacidades físicas más básicas.

Para este tipo de aprendizaje hemos de tener en cuenta el razonamiento moral, sabiendo y siendo conscientes de lo que es bueno y lo que es malo. Arnold defiende la necesidad de la existencia de docentes que enseñen algún campo intrínsecamente valioso, pero el problema es que la gran mayoría de los alumnos sienten como no han aprendido nada intrínsecamente valioso. Una explicación más práctica es el de aquel niño que está aprendiendo a jugar a juegos de invasión ¿Cómo podría haber llegado a entender lo que es una ataque? ¿Porqué quizás se lo haya preguntado a su madre y ésta le haya explicado el concepto técnico? La respuesta es no, el jugador sabe lo que es una ataque porque ha vivido su experiencia, y con ella la de poder realizar un contraataque.


Así mismo, no es bueno el panadero que simplemente sabe hacer pan, sino el buen panadero es aquel que sabe decir el porqué se hace así, porqué tiene que estar tanto tiempo al horno o porque hay que ponerle solo cierta cantidad de agua. Lo que tenemos que intentar es que cuando educadores, debemos tener el ímpetu de enseñar cosas intrínsecamente valiosas, y una forma de saber si se ha aprendido es sabiéndolo explicar.

¿Instruimos o educamos?

Los modelos de aprendizaje de hoy en día sirven para preguntarse a uno mismo, siempre y cuando ya se tenga una conciencia plena y madura, si la educación que recibimos se puede llamar educación. No nos referimos a educación en el sentido de “jardín de infancia”, “primaria”, “secundaria”, “bachillerato” o “universidad” entre otros, que también, sino que además se incluye en este apartado la educación adquirida por la cultura. Porque es cierto si afirmamos que cada uno de nosotros adquirimos una cultura sin ningún tipo de escuela, incluyendo con ello a profesores o centros escolares, sino que es una cultura que transmite conocimientos de generación en generación.

La pregunta que yo me formulo en este momento es la siguiente: Actualmente, ¿se educa, se forma, o se instruye? Desde los más pequeños hasta los más adultos, la educación está basada en prohibiciones y obligaciones. “¡No se cogen las cosas del suelo!”, “¡Tienes que comportarte bien en clase!”, “¡Tienes que realizar este trabajo para mañana!”, “Si no estudias,  no te llegará la nota para estudiar lo que quieres”, “Si no apruebas a la primera, luego no te quedarán plazas para estudiar lo que deseas”. Si nos fijamos, desde muy pequeños, estamos muy sometidos a una gran presión como forma de aprendizaje. Estamos sometidos al “conditio sine qua non”, regla conformada por el filósofo Inmanuel Kant,  en el que reúne medios y fines. Por ejemplo, si quiero ser médico, necesito sacar está nota para poder entrar en la Universidad. Si quiero ser periodista, tengo que estudiar este tipo de bachillerato. Si simplificamos esta regla al último ejemplo comentado, al bachillerato, éste y lo que él nos enseña, no es un fin, sino que es un medio (aunque pueda que no me guste) por que el que tendré que pasar para llegar a otro fin distinto (estudiar lo que deseo).

Pero si lo vemos desde otro punto de vista distinto, la instrucción lo que hace es promover el conocimiento de lo existente, mientras que la educación se basa en dicha instrucción para poder conseguir esas habilidades y destrezas que nos permitan formarnos de la mejor manera posible lo que hay. Entonces… ¿Cómo se puede educar sin instruir?

Al fin y al cabo, son cosas muy distintas, pero que a su vez deben complementarse,  se puede realizar un símil para entenderlo. Por ejemplo, un periodista debe realizar todas sus redacciones informativas de forma totalmente objetiva, pero inconscientemente en la manera de redactar, o simplemente lo que se selecciona como más relevante ya da un toque de subjetivismo propio del periodista.

Según el Instituto de Estudios Económicos (IEE) el abandono encolar de los jóvenes en España alcanza el 28,8%, doblando la media Europea, que se sitúa en un 14,5%. En 2008, el porcentaje de jóvenes estudiantes dejaban de formarse en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) fue de un 13,3% en el primer ciclo, mientras que el abandono en el segundo ciclo, de un 28,3%. Muchos de los factores pueden ser personales sin lugar a dudas, pero, ¿tan diferente es el país Español para doblar a Europa en sus estadísticas sobre abandono escolar? Posiblemente sea un error de una de las variables dependientes instrucción-educación, en las que se ha podido llegar a un extremo de una variable menos valorando la otra. Quizás, y solo quizás, una solución podría ser dejar de instruir al joven y dedicar a educarlo en una rama concreta, lo que supondría predisponer al futuro trabajador desde sus primeras palabras a enseñarle el campo donde sus padres quieran que éste se ocupe. Una idea un tanto descabellada, puesto que sometemos al futuro formado a tener que estar estimulado sobre un campo que quizás en un futuro no le llame ni siquiera la atención.


Lo que está claro, es que para educar necesariamente hay que instruir, si no instruyésemos, estaríamos creando máquinas que sencillamente sabrían mucho de poco, y no poco de mucho, lo que no creo que fuera muy beneficioso para el desarrollo del sistema, pues como dijo Descartes “Daría todo lo que sé, por saber la mitad de lo que ignoro”, ¿O no?

La educación, el movimiento y yo.

¿Que es para nosotros la educación? ¿Que es movimiento? y por último, ¿Que somos nosotros? Estas preguntas fueron realizadas para la primera actividad individual de toda la clase.

Para responder a esas preguntas el profesor nos propuso un ejercicio práctico, el de realizar un dibujo con el título "la educación, el movimiento y yo", donde tuvimos que plasmar una representación de lo primero que se nos apareciese en la mente. Sin darnos cuenta, la mayoría de la clase representamos al "yo" del título con el mundo deportivo. Y más de la mitad de la clase lo hizo o lo vinculó a su deporte en particular.

Al terminar la actividad, el profesor nos preguntó qué era para nosotros el deporte, cuyas respuestas más numerosas fueron las de "Diversión, sacrificio nuevas sensaciones, rutina..." entre otras, y nos hizo ver que a pesar de que somos nosotros los que realmente disfrutamos del mundo del deporte, nuestro principal objetivo como educadores no es el de enseñar a disfrutar a los alumnos con el deporte, sino a enseñarles a "sufrir menos", ya que enseñarles a disfrutar a partir de nuestras vivencias y experiencias puede hacer que la relación maestro-alumno se vaya distanciando cada vez más.

Por último, aquellos que se incluyeron en el dibujo junto con otras personas dibujadas (generalmente alumnos o jugadores) mayoritariamente se representó con un mayor tamaño que el resto. Mi pregunta en caso de haber sido yo el docente de esta asignatura habría sido si por el hecho de ser profesor o entrenador nos vemos como personas superiores al resto.

Dicho todo esto, y teniendo conciencia de que el final de la asignatura llega, invito a que cada unos de mis compañeros de clase se realicen las mismas preguntas, "¿Que es para nosotros la educación? ¿Que es movimiento? y por último, ¿Que somos nosotros?" y como en aquella actividad hicimos, que realicen un dibujo en el que represente la educación, el movimiento y yo. Una buena forma de concluir sería el de comparar ambos dibujos.



martes, 26 de noviembre de 2013

Sobre el valor educativo de los contenidos de Educación Física

Las personas aprendemos de las experiencias, situaciones y acciones de nuestra  vida diaria, por tanto, puede haber aprendizaje, pero no educación, puesto que ésta trata la realización de actividades con intención de influir en el aprendizaje de las personas que queremos educar
Anteriormente, los educadores físicos junto con sus argumentaciones del valor de los contenidos (se pensaba en la influencia social y moral que conecta con la formación del carácter de los participantes y adquisición de valores sociales como la voluntad, la obediencia y honradez se conseguían focalizando el trabajo en la dimensión física y corporal sin atender a lo afectivo. Durante mucho tiempo la educación se dividía en intelectual, moral y física.
Cada vez más os educadores físicos fueron reorientando la justificación de la educación física y sus contenidos más allá de lo físico. La parte racional es propiamente educable, la vegetativa es cultivable y la animada es adiestrable.

Más tarde se propuso la idea de que la educación física tiene que preocuparse por las respuestas emocionales, siendo repuestas acogidas por educadores renovadores. Pero no fue hasta 1960 cuando aparecieron nuevas contribuciones donde lo educativo es intrínsecamente valioso porque promueve la comprensión y el conocimiento. Por ello, Arnold, propuso una nueva estructura para la educación física basada en tres dimensiones, “La educación física sobre el movimiento”, refiriéndose al campo del estudio o cuerpo teórico de conocimientos de la educación física (anatomía, fisiología…) con un valor intrínseco. “Educación a través del movimiento” con un propósito instrumental con valores extrínsecos. “La educación en movimiento”, que intenta autorrealizarse o autoconocersre e diversos contextos y solo puede conseguirse con la participación activa en movimiento.

Los valores educativos no se encuentran en los contenidos, sino en la valoración que le asignamos, y ello depende de la intención con la que enseñamos. Si consideramos que los juegos o los deportes influyen en la socialización positivamente es porque les enseñamos intencionalmente que sean positivos, si lo dejamos al libre albedrío, no sabremos si influirá de forma positiva, negativa, o neutra.

Así que para Arnold,  que una actividad o contenido sea intrínsecamente valioso o educativo, además de promover el conocimiento y la comprensión, debe realizarse en condiciones moralmente aceptables, por ello, los contenidos no pueden ni deben hacer daño a los participantes. También dejarían de ser educativas si su práctica se opone a las misiones o metas de la profesión de la educación física, es decir, no se puede argumentar que el deporte es bueno para la salud, y resultar contrario a ello.


Por otra parte, el juego de los niños y niñas también puede ser injusto, excluyente, poco equitativo  o sexista. En este sentido, el juego que encierre crueldad y sea antisocial no sería educativo, ya que lo sociocultural está ligado a las interacciones sociales por lo que las personas les aplican valores.

En lo que consiste mi trabajo

Mi trabajo consiste en preparar físicamente a todos los jugadores de un club de baloncesto, desde los más pequeños hasta los más grandes con 16-17 años. Con los más pequeños mi trabajo consiste en la motricidad, asignatura que cursé en el primer cuatrimestre del primer curso. Y a los que comienzan su desarrollo o ya casi lo han acabado están vinculados a los trabajos de fuerza, resistencia, velocidad y velocidad de reacción.

Cada vez me doy más cuenta que lo que Víctor, nuestro profesor de Educación del movimiento, nos transmite en clase tiene gran veracidad, como por ejemplo, aquello de “no sabemos hacer algo hasta que lo vivimos”, y es que cuando realizo las sesiones sobre motricidad , vinculo la dificultad que me suponía a mí personalmente cursando la asignatura y la selecciono dependiendo de la edad a la que va dirigida. Para los más grandes del club, ocurre lo mismo,, los trabajos tanto de velocidad como de fuerza están basados en la propia experiencia, ejercicios que he realizado durante mis años de jugador y en el caso de que se me ocurra algún ejercicio novedoso, antes de transcribirlo, lo realizo yo físicamente para anotar el grado de dificultad de dicho ejercicio.


Ahora puedo decir que junto a la experiencia que he ido adquiriendo como preparador físico junto con los conceptos que se imparten en clase se van relacionando significados, y con ello, nuevas conexiones que terminan por hacerte ver que algún día sabrás educar mediante el movimiento.


sábado, 23 de noviembre de 2013

Reflexión sobre la charla

Quizás sea verdad el hecho de que cada vez se premia más la competitividad sea cual sea sus medios por tal de ganar cuando, ,en vez de eso, debería de premiarse aquellos hechos o acciones que más que mostrar el lado competitivo de las personas, muestra su lado realmente deportivo. Son muy pocas las veces donde se aprecian estos estos, y es más, cuando se producen son tan ocasionales que incluso acaban apareciendo en los medios de comunicación.

Justo hace unas semanas , el atleta de cross Fernández Anaya apareció en todas las portadas de las secciones deportivas tras darse una situación en el último tramo de la carrera en la que advirtió al supuesto campeón de la carrera que ya celebraba su triunfo pensando que había terminado, que la meta estaba a unos metros más . Su declaración no fue menos "Pero aunque me hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española, tampoco lo habría hecho."

Precisamente esos son los gestos deportivos que verdaderamente se deberían premiar. En cuanto al fútbol, para fomentar de alguna manera tanto el fair-play como algún tipo de estos gestos deportivos, se ha producido la creación de una tercera parte en la que tratará de un espacio tras el partido donde los jugadores y entrenadores de ambos equipos podrán charlar sobre lo acontecido sobre el terreno de juego.

A pesar de todo, estos valores deportivos se adquieren desde la juventud, la escuela y los clubs deportivos que son los grandes pesos que aportan tales valores, siempre que se fomente positivamente, claro está, y de esta forma poder ver más gestos como el de Fernández Anaya.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Nuestro modelo de excelencia

El modelo de excelencia, por excelencia viene dado por lo que vemos, sentimos y vivimos cada día. Seguramente la persona a la que le guste el deporte denotará excelencia por las gerandes estrellas del deporte. Y más, si dichos deportistas realizan el mismo deporte que esta persona, es decir, a una persona que le apasiona el atletismo, quizás tenga a Usain Bolt como un modelo de excelencia.

Aquel que se mueva por la moda, se sentirá identificado en cuanto al  modelo de excelencia con aquellos supermodelos que pueda ver en la televisión, en las fotografías de las revistas de moda o simplemente en Internet, como por ejemplo Irina Shayk.

Esto viene dado por la idea de estar dentro de un cuerpo vinculado al consumo. Preguntémonos aquellos que encuentran como modelo de excelencias a artistas, actores, modelos o deportistas que ¿ ¿Qué tienen para nosotros el hecho de ser un modelo excelente? ¿Saber chutar el balón? ¿Ser el más rápido del mundo? ¿Tener un cuerpo escultural? Y sin embargo, ¿Qué influencia acogemos en cuanto a nuestra educación por su forma de ser?

El que tiene una visión donde la educación tiene una función humanizadota comprenderá que el verdadero modelo de excelencia es el de aquel o quella que en cuanto a su forma de ser y en cuanto a sus valores nos transmiten aquello que tiene un verdadero significado que pueda tener relevancia en la globalidad de la población.


“La educación supone aprender algo valioso de forma valiosa”

Visión restringida y visión ampliada

¿Domesticar a un animal es educar? ¿Conocer la composición química con el fin de hacer una bomba y terminar con el mundo es educativo?

 Según Sabater, la educación está vinculada a la humanización del mundo, en el que se basa en unos principios éticos que son a la vez deseables por las personas. En la visión de Sabater defiende que hay temas que no es noble de educar, no es necesario, y a la vez, no es deseable de aprender, entonces surge la pregunta ¿Qué es lo deseable?

La respuesta se encuentra en que antes que nada se encuentra la dignidad de la persona, e igual que todos, se merece un respeto, entonces se puede deducir que lo deseable por y para la sociedad es aquello que ante todo está el respeto a los demás.Ahora el problema es la forma de educar. ¿Porqué no enseñar a una persona pegándola, si el resultado va a ser más positivo que sin la violencia?

No se puede determinar que es lo deseable, sin saber lo que todavía es más deseable. Por ejemplo, en el salto de altura, lo deseable es saltar más, y lo más deseable sería conseguir el nuevo récord mundial. Debemos saber bien lo que es educar. Y por ello Sabater nos propone la reflexión de si en la educación vale todo, o solo lo mejor.