martes, 26 de noviembre de 2013

Sobre el valor educativo de los contenidos de Educación Física

Las personas aprendemos de las experiencias, situaciones y acciones de nuestra  vida diaria, por tanto, puede haber aprendizaje, pero no educación, puesto que ésta trata la realización de actividades con intención de influir en el aprendizaje de las personas que queremos educar
Anteriormente, los educadores físicos junto con sus argumentaciones del valor de los contenidos (se pensaba en la influencia social y moral que conecta con la formación del carácter de los participantes y adquisición de valores sociales como la voluntad, la obediencia y honradez se conseguían focalizando el trabajo en la dimensión física y corporal sin atender a lo afectivo. Durante mucho tiempo la educación se dividía en intelectual, moral y física.
Cada vez más os educadores físicos fueron reorientando la justificación de la educación física y sus contenidos más allá de lo físico. La parte racional es propiamente educable, la vegetativa es cultivable y la animada es adiestrable.

Más tarde se propuso la idea de que la educación física tiene que preocuparse por las respuestas emocionales, siendo repuestas acogidas por educadores renovadores. Pero no fue hasta 1960 cuando aparecieron nuevas contribuciones donde lo educativo es intrínsecamente valioso porque promueve la comprensión y el conocimiento. Por ello, Arnold, propuso una nueva estructura para la educación física basada en tres dimensiones, “La educación física sobre el movimiento”, refiriéndose al campo del estudio o cuerpo teórico de conocimientos de la educación física (anatomía, fisiología…) con un valor intrínseco. “Educación a través del movimiento” con un propósito instrumental con valores extrínsecos. “La educación en movimiento”, que intenta autorrealizarse o autoconocersre e diversos contextos y solo puede conseguirse con la participación activa en movimiento.

Los valores educativos no se encuentran en los contenidos, sino en la valoración que le asignamos, y ello depende de la intención con la que enseñamos. Si consideramos que los juegos o los deportes influyen en la socialización positivamente es porque les enseñamos intencionalmente que sean positivos, si lo dejamos al libre albedrío, no sabremos si influirá de forma positiva, negativa, o neutra.

Así que para Arnold,  que una actividad o contenido sea intrínsecamente valioso o educativo, además de promover el conocimiento y la comprensión, debe realizarse en condiciones moralmente aceptables, por ello, los contenidos no pueden ni deben hacer daño a los participantes. También dejarían de ser educativas si su práctica se opone a las misiones o metas de la profesión de la educación física, es decir, no se puede argumentar que el deporte es bueno para la salud, y resultar contrario a ello.


Por otra parte, el juego de los niños y niñas también puede ser injusto, excluyente, poco equitativo  o sexista. En este sentido, el juego que encierre crueldad y sea antisocial no sería educativo, ya que lo sociocultural está ligado a las interacciones sociales por lo que las personas les aplican valores.

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