Las personas aprendemos de las
experiencias, situaciones y acciones de nuestra
vida diaria, por tanto, puede haber aprendizaje, pero no educación,
puesto que ésta trata la realización de actividades con intención de influir en
el aprendizaje de las personas que queremos educar
Anteriormente, los educadores
físicos junto con sus argumentaciones del valor de los contenidos (se pensaba
en la influencia social y moral que conecta con la formación del carácter de
los participantes y adquisición de valores sociales como la voluntad, la
obediencia y honradez se conseguían focalizando el trabajo en la dimensión
física y corporal sin atender a lo afectivo. Durante mucho tiempo la educación
se dividía en intelectual, moral y física.
Cada vez más os educadores físicos
fueron reorientando la justificación de la educación física y sus contenidos
más allá de lo físico. La parte racional es propiamente educable, la vegetativa
es cultivable y la animada es adiestrable.
Más tarde se propuso la idea de
que la educación física tiene que preocuparse por las respuestas emocionales,
siendo repuestas acogidas por educadores renovadores. Pero no fue hasta 1960
cuando aparecieron nuevas contribuciones donde lo educativo es intrínsecamente
valioso porque promueve la comprensión y el conocimiento. Por ello, Arnold,
propuso una nueva estructura para la educación física basada en tres dimensiones,
“La educación física sobre el movimiento”, refiriéndose al campo del estudio o
cuerpo teórico de conocimientos de la educación física (anatomía, fisiología…)
con un valor intrínseco. “Educación a través del movimiento” con un propósito
instrumental con valores extrínsecos. “La educación en movimiento”, que intenta
autorrealizarse o autoconocersre e diversos contextos y solo puede conseguirse
con la participación activa en movimiento.
Los valores educativos no se
encuentran en los contenidos, sino en la valoración que le asignamos, y ello
depende de la intención con la que enseñamos. Si consideramos que los juegos o
los deportes influyen en la socialización positivamente es porque les enseñamos
intencionalmente que sean positivos, si lo dejamos al libre albedrío, no
sabremos si influirá de forma positiva, negativa, o neutra.
Así que para Arnold, que una actividad o contenido sea intrínsecamente
valioso o educativo, además de promover el conocimiento y la comprensión, debe
realizarse en condiciones moralmente aceptables, por ello, los contenidos no
pueden ni deben hacer daño a los participantes. También dejarían de ser
educativas si su práctica se opone a las misiones o metas de la profesión de la
educación física, es decir, no se puede argumentar que el deporte es bueno para
la salud, y resultar contrario a ello.
Por otra parte, el juego de los
niños y niñas también puede ser injusto, excluyente, poco equitativo o sexista. En este sentido, el juego que
encierre crueldad y sea antisocial no sería educativo, ya que lo sociocultural
está ligado a las interacciones sociales por lo que las personas les aplican
valores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario